Es oír el himno y ponérseme la piel de gallina. Recuerdo aquellas noches de ‘traca’, aquellas ojeras a remojo con un chocolate caliente y unos buñuelos que hacen cama en una mañana de resaca. Me vienen a la mente esas aulas vacías en días de Fallas, esa cadencia ensordecedora que provoca la pólvora cuando habla.
Ahora, desde la distancia, veo por la tele tanta gente agolpada viendo la mascletá y me siento una privilegiada que estuvo allí y que añora su tierra. Porque digan lo que digan, para mí, Valencia sigue siendo la millor terreta del món.
lunes, 16 de marzo de 2009
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