martes, 20 de enero de 2015

sábado, 10 de enero de 2015

lunes, 8 de junio de 2009

Una mujer, una resaca

Sé que es políticamente incorrecto decirlo, pero ayer no fui a votar. No es sólo el no-hecho lo que me avergüenza sino el motivo por el que no lo hice: una resaca.

Una despedida de soltera tiró por tierra mi defensa acérrima del sufragio universal; del ejercicio de pleno derecho que, especialmente a las mujeres, nos costó tanto conseguir.
Traicioné el espíritu de Clara Campoamor con su máxima “una mujer, un voto”. Y es desde hace tiempo no tengo musa que me inspire en la política.

Así que ahora me siento una Victoria Kent (directora general de Prisiones del gobierno de Azaña y gran detractora del sufragio femenino) de pacotilla que a la primera de cambio abandona sus obligaciones. Porque llevo años reivindicando que el derecho al voto sea también eso: una obligación.

Aún conozco a muchísima gente que no sabe la diferencia entre no votar o hacerlo en blanco y es ahí donde voy. Si todos ejerciésemos nuestra ‘obligación’ sí podríamos hablar de democracia. Todo el mundo se pronunciaría al respecto y sería una prueba de nivel para los políticos. Porque creo en ese porcentaje del ‘No sabe, no contesta’ que aparece en las encuestas y que es la clave para que ganen unos u otros.

Ayer me sentí menos libre al no meter el sobre en esa urna, pero tengo la convicción de que si nuestros políticos se dedicasen a hacer política para y por el pueblo, me habría levantado de la cama y habría ido a ejercer mi ‘derecho/obligación’ en vez de darme media vuelta entre las sábanas después de tomarme un milagroso ‘Actron’.

lunes, 16 de marzo de 2009

Fallas desde la distancia

Es oír el himno y ponérseme la piel de gallina. Recuerdo aquellas noches de ‘traca’, aquellas ojeras a remojo con un chocolate caliente y unos buñuelos que hacen cama en una mañana de resaca. Me vienen a la mente esas aulas vacías en días de Fallas, esa cadencia ensordecedora que provoca la pólvora cuando habla.

Ahora, desde la distancia, veo por la tele tanta gente agolpada viendo la mascletá y me siento una privilegiada que estuvo allí y que añora su tierra. Porque digan lo que digan, para mí, Valencia sigue siendo la millor terreta del món.

sábado, 14 de febrero de 2009

¡Qué más da ocho que ochenta!

¡Qué más da ocho que ochenta si, al final, en el momento importante darías ochenta y ocho por resolver el entuerto!

Por lo general, soy muy agradecida con la vida; así que prácticamente todos los días tengo momentos de lucidez en los que pienso cuán feliz soy con lo que tengo. Pero cuando me pasa el éxtasis arguyo mil y una soluciones para paliar esta crisis (que se ha merendado parte de mi salario alegando no sé que "maximización de recursos") y me vienen a la cabeza una retahíla de cosas materiales que "habría que ir renovando" (léase, un ordenador, un televisor, un coche).

Luego, disfrutando de la generosidad de los míos, vuelve la racionalidad a mi cabeza y acabo deseando seguir sintiendo esta felicidad banal de las pequeñas cosas 'per secula seculorum'. Y entonces, me imagino con la misma complicidad con Roberto, viendo crecer a mis sobrinas y envejecer a mis hermanos y a mi madre; me veo compartiendo risas con mis amigos y disfrutando de un tarde libre o de una siesta en el sofá...

Repaso y repaso la batería de momentos que desearía tener en el futuro y no hay nada material entre ellos; porque cuando ya has perdido a un padre o cuando tienes miedo de que tu madre no supere una operación sabes que lo único que puede animarte es esa estabilidad con él, la ingenuidad de una sobrina, las llamadas de tus amigos, esa cabezadita en el sofá (o en la butaca del hospital) y esa tarde de asueto para respirar hondo y tomar impulso.

¡Qué más da ocho que ochenta si...

... al final, en el momento importante no hay cuenta corriente que soborne al transcurso de la vida!

Cuerda para rato

"Hoy me he vestido de persona", me dijiste hace unos días. Y en esas palabras vuelvo a encontrarme con la persona que eras antes, pero no antes de la operación, sino antes de que el declive tomase impulso. Te reconozco por primera vez en años, y me hace tan feliz... No sabes cuánto te eché de menos...

Ahora -sin el uniforme de pijama verde del hospital, ni el de guata de ir por casa-vuelves a tener ilusión por ti. Eres lo más parecido a mis deseos de hace un mes, porque daría un puñado de materialismo por volver a degustar tus paellas, por tatarear las canciones de la infancia que el otro día no recordaba, por engancharme a tu brazo y degastar la ciudad a golpe de paseos y confidencias.

Tus 'pilas' empiezan a cargarse. Yo, por si acaso, he rodado la manilla a tope y, ahora, ambas tenemos cuerda para rato.

sábado, 24 de enero de 2009

Muchos 'post' que escribirte

Sentada en el sofá, con el temblor del previo día esperas a coger el avión. Tienes el susto en el cuerpo ante la inminencia de los acontecimientos. Es normal, todos lo tenemos, pero nos negamos a que las cosas vayan mal.

Todo irá bien. Te vestiré de rojo, como en los viejos tiempos, cuando tú misma elegías tu color fetiche para “ir acorde con los ánimos”. Y te pondrás ese pantalón vaquero que estos días, a fuerza de comer un poco más, has conseguido llenar. Y compraré una ensaimada para celebrar que nos reunimos todos a tu vera, para apoyarte, para animarte antes de entrar en el quirófano.

Ni una palabra del trámite. Todas las del mundo para el después. Porque cuando abras los ojos habrás recuperado tus ánimos, tu alegría, tu conversación inagotable. Serás dueña y señora de este camino que sólo se recorre con la independencia que ahora no tienes.

¿Recuerdas cuando suspendí latín y en vez de reprenderme me animaste y me alentaste a salir de cena? “No se acaba el mundo”, me decías. Pues, claro que no, mamá. Ahora para ti sólo continúa. Todo irá muy bien porque me quedan muchos post que escribir sobre ti.